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conectar con la naturaleza en la ciudad

Educación Ambiental 1

Inmersos en la naturaleza

La mayoría de las personas en el mundo viven en zonas urbanas y no pasan tiempo en espacios naturales, verdes y silvestres y eso es vital para nuestro bienestar.

Pero el mundo urbano no está separado del “mundo natural”. Las construcciones de edificios y carreteras construidas por humanos están hechas de materiales que provienen de la tierra.

Siempre estamos inmersos en la naturaleza, si solo lo podemos pensar. A continuación se presentan algunas ideas sobre cómo los habitantes de las ciudades pueden conectarnos más con la naturaleza y asegurar nuestro bienestar.

10 maneras de conectar con la naturaleza en la ciudad

1. Siente la tierra bajo tus pies. Ella siempre está ahí, respirando suavemente debajo del cemento. En cualquier momento puedes sentir la solidez de la tierra bajo los pies, sentirla empujándote hacia ella, sosteniéndote con su atracción gravitatoria, siéntela en tu cuerpo.

2. Mira al cielo. Siempre está presente, si solo es una delgada rebanada vislumbrada por una ventana o entre rascacielos. ¿Hay nubes? ¿Qué tipo de nubes? ¿Qué señalan? ¡Si no lo sabes, investígalo! ¿De qué parte del mundo podrían haber venido? ¿Quizás se vinieron del océano y se transformaron en las montañas?

3. Pon atención a los sentidos. Nuestros sentidos son el punto de conexión con la naturaleza. Es donde el mundo exterior se encuentra con nuestro mundo interior, nuestra percepción, nuestra experiencia. Siempre puedes usar los cinco sentidos dondequiera que estés. Utiliza la visión periférica para ampliar el escenario. ¿Qué pasa en los límites de la vista? Escucha el sonido abajo del silencio. ¿Qué puedes oír? ¿Qué puedes oler? ¿Qué texturas puedes tocar? ¿Cómo está la calidad del viento? ¿Qué dirás al único árbol de la calle, o la flor en la grieta de la acera?

4. Observa el tiempo. El tiempo es naturaleza y siempre está cambiando. Ofrece señales inmediatas sobre el estado de la tierra. Siente la temperatura del aire. Siéntelo contra tu piel. ¿Hay brisa? ¿Qué tan fuerte es, de qué dirección viene? El viento ofrece cambio, quitando lo viejo y trayendo lo nuevo.

5. Observa tu respiración. ¡No importa dónde estés, el cuerpo siempre tiene conexión con la naturaleza, ¡Porque la somos! Observa cómo la respiración no requiere ningún esfuerzo: simplemente sucede. Es como si estuviéramos respirando juntos con todos los demás seres vivos. Esta fuerza invisible que nos atraviesa a todos, nos mantiene nutridos y refrescados a medida que absorbemos la atmósfera. Quizás estas respiraciones sean las respiraciones de los lobos en Cantabria, o las ballenas que estallan en respiraciones en el océano Pacífico, o una familia que trabaja en la tierra en el Kalahari. Cuando exhalamos, el dióxido de carbono y el vapor de agua pasarán a otros lugares, a otros seres, tal vez formando nubes y vientos o alimento para plantas y árboles. Intenta imaginar tu respiración moviéndose a través del cuerpo y hacia la tierra, y retroceder nuevamente al cuerpo.
 
 6. Observa la luz del sol. ¿Cómo aparece la luz del sol sobre diferentes superficies? ¿Cómo brilla la luz del sol sobre el agua, o las piedras o los ladrillos o el vidrio? Incluso si no hace sol, hay luz diurna; el sol siempre está brillando detrás de las nubes.

7. Fija la orientación direccional. Para mejor conocer un lugar y relacionarte con el paisaje más amplio, oriéntate en las cuatro direcciones cardinales (norte, este, sur, oeste) y fija en qué dirección vas. Y otros puntos de referencia geográficos – ¿El río o el cuerpo de agua más cercano? Reflexiona: ¿Dónde estás ahora y dónde te levantaste esta mañana? ¿En qué dirección viaja el bus, el coche o la bicicleta?

8. Observa el cielo nocturno. Tanto como puedas en la ciudad, pero recuerda que las estrellas, la luna, siempre están ahí, incluso cuando no son visibles. ¿Puedes localizar la estrella del norte? ¿Puedes mantener una conexión con la estrella del Norte durante todo el día; puedes imaginar volarla como una cometa?

9. Busca señales de vida. Siempre hay mucho más de lo que nos damos cuenta. Las plantas que crecen entre las grietas, el musgo y el liquen en las paredes, las plantas cultivadas en macetas, los insectos que se escurren bajo los pies e incluso las telas de araña que cuelgan del techo son señales de que la vida está presente y prospera.

10. Conoce un árbol para hacer una amistad. Siempre puedes encontrar un árbol en algún lugar en las ciudades. ¡Y son una gran compañía! Pasa un rato con un árbol. Observa su forma, reflexiona sobre cómo describirías la historia de su vida, observa las condiciones cambiantes a medida que crecía. Conoce el árbol con todos tus sentidos. Explora sus texturas, olores, colores, los sonidos que hace cuando se relaciona con el viento. Respira con tu árbol. Cuéntale tus secretos. Cuéntale tus males, pide consejo. Ofrecele tu agradecimiento, una canción, un poema, un abrazo.


Gracias a mi colega, Kara Moses, mi lista es una traducción del original en inglés que está en su página web.

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