Mi payasa y “mindfulness”
Estoy en un bajón con mis payasadas. Lo sé porque mi payasa no aparece espontáneamente con la frecuencia de antes, ni la puedo sacar con la misma facilidad.
Y esto me hace triste. Mi payasa me da tanta alegría y la vida es mucho más fácil cuando tengo más contacto con ella.
He tratado de no obligarla a aparecer en mi vida, sino de aceptar que esa es la situación ahora. Una práctica en la presencia plena (“mindfulness”): notar sin juzgar lo que está presente (o no) y aceptarlo.
Así fue enero.
Atención a la payasa
Llegó febrero y decidí que la echaba de menos demasiado y que necesitaba hacer algo para tentarla salir de mí y tenerla más presente en mi vida.
Me propuse la meta de pasar una hora con mi payasa cada día, algo que en el pasado no tenía que medir, ella siempre estaba. No es una hora completa de una vez, son minutitos durante todo el día que al final se suman una hora más o menos.
La idea es sacarla de su escondite con actividades que le gustan. Por ejemplo, a mi payasa le gusta la música y cantar y bailar, que es algo que yo (la persona de toda la vida) no domino para nada. Así pongo su música favorita o busco nueva música en Internet (a ella le encantan las novedades) y ella baila y canta. También le gusta pasear y jugar con la perra (Lula), son grandes amigas. Y las tareas de la casa resultan más agradables y fáciles cuando ella las ocupa con su actitud tonta. No es un gran cambio ni misión imposible. Es cuestión de llevar consciencia a la vida cotidiana.
Con atención especial mi payasa ha vuelto, está más presente pero no vuelve a ser natural y fácil. Ella no aparece sin avisar como solía hacer, lo que realmente disfruto. Es como descubrir que mi equipo (bueno, yo) de repente tiene capacidad extra y puedo lograr más porque mi payasa está otra vez presente.
Y le sigo hablando y le pregunto ¿Qué pasa? O si no pasa nada, ¿en qué está pensando?
Lo que he aprendido es que está triste, desilusionada, descontenta con el horario de estudios payasos que llevamos desde enero. Ahora sólo tenemos la clase de martes en la escuela de circo. En cambio el año pasado también estudiamos con los profesores de la “Escuela de Payasos Hijos e Hijas de Augusto”. Echa de menos a los otros profesores y se está resistiendo a su profesora de martes. Ella puede estar rígida, exigente y autoritaria que no son las características típicas de una payasa ni de un curso comunitario para gente adulta.
Aquí y ahora
Pero es lo que hay en este momento.
Y está bien, la profesora de martes es muy buena artista, clown y también profesora. Muchas de las cosas que hacemos me ayudan a encontrarme e integrar conmigo mi payasa. Estoy aprendiendo cosas pero no es fácil.
Y los momentos exigentes y autoritarios que violentan mis límites personales, me pongo los sombreros de payasa y lo de facilitadora y miembro del grupo. Intento darme cuenta de lo que me está sucediendo además de lo que está sucediendo en el grupo. ¿Puedo intervenir de alguna manera y ayudar al grupo a hacerlo mejor? ¿Qué me dice la dinámica grupal? ¿O simplemente cómo quiere responder mi payasa al momento?
No he desenredado completamente el nudo que detenía mi payasa pero recientemente en clase hicimos un ejercicio que abrió una puerta entre mi mundo payaso y este mundo que llamamos “normal”, o el “mundo real”.
¿Qué emocionante, no?
¿Lo puedes imaginar?
Es difícil describir cómo me siento con este acceso a estos nuevos recursos personales de mi payasa. Nuestra mutualidad está creciendo, que también me alienta el corazón y multiplica mi fuerza payasa. No tengo que esperar que aparezca. Es como si tuviera una visión de 360 grados y puedo alejarme y ver en perspectiva el contexto mucho más grande y al mismo tiempo puedo estar completamente atrapada por mi mundo personal y micro detallado.
Ese es mi mundo de payasos. ¿Cómo llegué allí?
Hicimos un ejercicio que abrió una puerta
El ejercicio consistía en escribir una tarjeta de identidad para nuestro payaso, para desarrollar nuestra historia de fondo, nuestra narrativa de vida. Nombre, progenitores, que infancia tuvo, gustos, miedos, dones, ritmo, comida favorita, su misión en la vida que ha venido a contar al mundo entre todas las características más que descubrimos.
Fueron cosas que he pensado un poco. Pero la tarea y el tiempo de clase me obligaron a sentarme y revisar mis apuntes y juntar ideas y tener más conversaciones con mi payasa para averiguar cosas sobre ella.
Era divertido. Era un poco como conocer a alguien como yo con una vida un poco parecida a la mía pero con algunas experiencias, puntos de vista o actitudes completamente diferentes. Viene de otro plano de la realidad donde se aplican reglas completamente diferentes. También ella está muy cómoda aquí en lo que llamamos el “mundo real”. Mi payasa conoce muchos mundos, es completamente multicultural y políglota!
Presento a “Pop Corn”
Os presento a mi payasa: se llama Palomitas de Maíz (también “Pop Corn”). Es originaria de los Estados Unidos de América (del norte). Antes de la llegada de los europeos, el territorio donde creció era conocido como la zona de la confederación de la gente de la casa larga – haudenosaunee.
Lleva años deambulando por el mundo y haciendo el bien. Es decir, no es vaga ni turista. Trabaja, investiga, acompaña, reporta, reúne, ayuda a la gente que es algo que le motiva mucho. Cuando uno ayuda bien, con respecto y amor, todos ganamos. Es lo que más le gusta.
También le gusta leer. Su color favorito es verde, … también azul, rojo, naranjo, violeta, amarillo. La verdad es todos los colores son su favorito, incluso el gris y el negro y el blanco. Dice que si queremos ver las cosas tales como son necesitamos gafas de todos los colores.
Bueno. En breve hay mucho más para decir pero es todo para hoy. Pronto os contamos más de nuestras payasadas. Gracias por leer y hasta ahora!