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La payasa y su banda – clown 5

Educación payasa por la calle

Por la pandemia, mis clases de clown han sido suspendidas, pero por la lista y entusiástica que soy, he seguido de manera autodidacta por las calles de mi barrio. Como comparto casa con Lula, la perra, también he tenido pretexto autorizado y por el tiempo que fuese necesario salir a la calle.

En la primera salida de marzo, saludamos a mucha gente – y a mi sorpresa y placer – la mayoría nos respondió igual, además algunos compartieron una sonrisa u otra palabra graciosa. También me atreví a jugar un poco con la gente esperando afuera del supermercado. Hice un sondeo interactivo de “Quién iba de compras? ¿Quién tenía hambre? ¿Quién tenía prisa? ¿Quién iba a comprar papel higiénico, jijiji?” Me escapé después de perder un duelo de piropos con un señor.

En la segunda salida, inventé un nuevo juego al que llamo “¡Déjame adivinar!”

Así, cuando me cruzo con otra persona, saludo y engancho su atención y adivino a dónde va o qué hace o qué piensa. No es un juego completamente psíquico, aunque sí creo que tengo algún don. Es más bien cuestión de observar a la gente. ¿Tienen un carrito para la compra? Van de comprar. ¿Están en cuclillas cerca del suelo? Están estudiando la naturaleza o cogiendo caca de perro. ¿Ves que sí requiere algo de talento?

¡Déjame adivinar! ¿Vas de compras?

Este juego me hace mucha gracia y a la mayoría de la gente también. Es fácil. Y si adivino mal y me corrigen entonces celebro el fracaso de no haber adivinado bien, a algunas les da más risa y todos ganamos. Para otras ya es el momento de escape. Pero después de todo, si no lo disfrutan al momento, estoy segura que luego cuando cuenten a alguien este encuentro raro con una payasa por la calle que se reirán.

Experta en inventar nuevos juegos

Y así fue, ha sido, y es. He descubierto, he inventado, he jugado un montón durante el confinamiento y me siento más parte del barrio. Desde los paseos y saludos con vecinos, sobre todo, con la gente en las ventanas o los balcones. Hasta una misión diferente: juegos e interacción con el mundo. Sola, con la perra y con el público. Es sencilla. Es simplemente cruzar la calle como payasa, o caminar por la acera como payasa. E imitar los gestos o movimiento de otras personas o cosas. Mi payasa es experta en imitar y domina un rango de posturas, como ser un árbol hasta la perra levantando la pata para mear. Lo llamamos jugar al espejo. Es genial y sencillo y se puede hacer en casa también. Y como me gusta tararear, siempre tenemos una banda sonora que nos acompaña.

Siempre tenemos una banda sonora que nos acompaña

He intentado salir con ningún otro pretexto menos que divertirme, ver, escuchar y ser vista. Repetí algunos juegos y frases pero intentaba estar abierta a lo que estaba pasando e inventar un lema o juego que encapsulaba el momento compartido. El otro día repasé mis apuntes y planes de estos meses pasados y veo un montón de logros para celebrar. Y aunque confío mucho en celebrar el fracaso, pausar para saborear los logros también es importante.

Parteaguas – de septiembre 2019 hasta mayo 2020

Logro número uno: tengo nombre. ¡Yupi! En septiembre cuando empecé esta aventura, sabía que soy payasa pero no sabía exactamente quien soy, ni mi nombre. Se me reveló durante febrero y marzo. Imaginate, ¿pasar por la vida sin un nombre? Todo ya es mucho más fácil que tengo nombre.

¡Yupi! Tengo nombre, soy Palomitas de Maíz y encantada de conocerte

Mi payasa se llama Palomitas de Maíz y también “Pop Corn”, e igual como la persona de toda la vida, Didi también es conocida a veces como Denise. Depende del contexto y quién está ocupando la silla de piloto. Denise? Didi? ¿Pop Corn? ¿Palomitas?

Logro número dos: ¡hago cosas! ¡Yupi! ¡Viva la payasa! Hacemos arte, ejercicios físicos, nuevos amigos. Cantamos. Bailamos. Hemos hecho bizcochos, salidas en bici, practicamos malabares. Damos ponencias, vamos de compras, sacamos la perra, y todo el tiempo buscamos relaciones con otras personas. Somos animales sociales. Somos relaciones. Durante el confinamiento estoy conectando con mucha gente querida de toda la vida, de todos los rincones del mundo y todo a través de la tecnología. Cuando salgo a la calle otra intención es buscar este mismo calor humano con los vecinos. Y en lugar de conversaciones, abrazos y caricias, es una conexión humana con sonrisas y risas, miradas cruzadas. El reconocernos y animarnos.

Y como todos me imagino, durante este tiempo he estado bien y no he estado bien. Palomitas me ha ayudado a gestionar esta montaña rusa de emociones muchísimo y tanto en la calle como en casa. Su acompañamiento es un bálsamo de la vida. Es como dijo una compa de clase “mi payasa es mi guía”.

Video-grafía. Este logro forma parte de número dos porque es una cosa que hago, pero merece destacarlo y también porque algunas se van a sorprender. Visto que vivimos en el siglo 21 no es gran cosa saber hacerlo, pero aquí va – por las tareas y la inspiración de colegas en mi clase de clown también he aprendido a sacar fotos selfies y grabar videos!

El parteaguas de septiembre 2019 a mayo 2020, ¡qué magia he vivido!

El chiste no es tanto lo que aprendí hacer sino lo que no sabía hacer. Pero bien. Ya está. Y de hecho inspirada por una colega grabé un video, tipo presentación de noticias pero durante el rodaje mi móvil se llenó y la función de videografía se estancó y ya no corre. Me quedé fastidiada pero intenté, como buen clown, celebrarlo. ¡¿Yup?! Mi móvil se quebró. Sí ¡Yupi ….. errr, Sí! ¡Compraré uno nuevo! ¡Yupi! Sí, yupi.

Gracias a mi banda

Hay mucho más que podría y me gustaría contar y seguramente algún día lo contaré sobre mis paseos payasos por Monteolivete. Repasar las herramientas básicas de mi payasa sería un tema. Nombrar todos lo juegos, pero todos todos todos todos, sería mega-tema. Compartir mis observaciones de árboles otro, trucos payasos de la casa otro más, … Tengo un sinfín de temas para comentar. Pero todo eso será otro día.

Gracias a mis estudios clowns: al profesorado, a las colegas de clase, a la lectura, a los videos y a viejos y nuevos amigos yo estaba lista para salir a lo que llamamos el “mundo real” y hacer trabajo social en el barrio. Y gracias al confinamiento del coronavirus mi payasa ha tenido un mundo un poco diferente para explorar. Un mundo mucho más cerrado, peligroso por alguna parte, pero por otra parte mucho más tranquilo, tierno y suave.

Como todo es más fácil en equipo, he buscado en casa y mi alma y he conocido a dos nuevos amigos payasos. Ahora tengo banda para payasear. Mientras todavía no podemos vernos en persona tengo con quien compartir las aventuras, los fracasos y los logros. Un amigo se llama el caballo Rojo y la otra es Mantequilla, que es el nombre clown de Lula la perra.

Gracias a mis estudios clowns, estoy pasando el confinamiento más o menos bien

Que todo eso también queda pendiente para otro día y así como hemos regresado al tema previo me despido y digo hasta ahora, gracias por leer. De verdad.

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